martes, 2 de octubre de 2007

Cuando Armando se decidió por el NO...

En medio de Chepe centro se encontraba Armando Arrieta caminando como siempre por las mañana, cerquita de la esquina del antiguo cine Palace. Sobre su espalda pesaba el mes de octubre y cada día en que no conseguía brete, el peso de las responsabilidades se incrementaba a tal punto que se sentía como aquel Atlas ( pero no el mismo de la refri que tenía en su casa en Barrio Cuba ) que le tenía la maña de cargar con el mundo a cuestas.

Armandillo era el típico pulseador, era de aquellos que no se daban por vencidos a pesar de las circunstancias. Siempre fue un destacado estudiante desde el prekinder y su vocación de ser el primero de la clase le permitió lograr una beca para estudiar la carrera de sociología en la Universidad de Costa Rica. Exactamente a la mitad de la carrera y con veintidos años cumplidos el becado Arrieta empezó a darse cuenta que en el mundo globalizado de la aldea tica los sociólogos no se hacían millonarios, pero ya era demasiado tarde para empezar a estudiar otra cosa.

Siempre desde pequeño le vendieron la idea que la buena educación sería su herramienta para surgir, dejar el barrio cubano y abrirse brecha con el machete afilado del título. Pero en medio de lo que le decían le tocó vivir en una nueva Costa Rica de cambios, en la que aquella aldea se llenó de malls, de multicines, de amigos con ipods cargados de mp3 y de gente que tiene televisión por cable aunque no tenga con que pagar la luz. La misma tierra tica en la que pegó el reggaeton ( o como diantres se escriba), escogieron de nuevo a aquel presidente que en los ochenta se oponía al presidente gringo Reagan, el mismo que ahora revolotea sus orejas de alegría cuando le hablan del TLC.

El aprendiz de sociólogo cada vez entiendía menos a la sociedad tica, tampoco entendía a profundidad el asunto del bendito tratado comercial con los gringos y menos aún porque algunos compañeros de la generación por hablar un toquecillo de inglés ganaban casi mil dólares en uno de los call center el Mall San Pedro, paradójicamente ubicado no muy lejos de la Facultad de Ciencias Sociales. También le daba un toque de cólera que a los pies del Mall más viejo marchó con más de tres mil de estudiantes como él en una de las manifestaciones en contra del tratado comercial con el país de las barras y las estrellas.

Mientras pensaba en si decidirse por el Sí o por el No decidió sentarse en uno de los pollos del Parque Central y le dieron ganas de que le lustraran los zapatos. Pensó en tenerlos brillantes para que lo viera su novia Marcela, con quién se quedó de ver al mediodía para comerse algo en el Food Mall del desaparecido Cine Palace. Las alternativas eran importadas de las franquicias que producen pollo, hamburguesas o pizza, pero todas preparadas con manos costarricenses. El contenido de su bolsillo apenas le alcanzaba para la limpiar los zapatillos, un par de combos a lo grande y los pases para dejar a la chica en su casa en Curri.

Un amable señor canoso lo sentó en una silla un poco alta, pero que le resultó anatómicamente cómoda a Armandillo, quién aparte de alto, tenía dotes de buen conversador, algo que sin planearlo le resultó una de las mejores armas de ligue, sumado a que sabía escucharlas, ya que era el hijo único y creció junto a su tía, su mamá y su abuelita.

"Yo me llamo Roberto Quirós y trabajo aquí de limpiabotas frente a la Catedral desde hace 45 años. Y es raro ver a un muchachillo como usted por estos rumbos y pidiendole los servicios a uno" le dijo. El joven esperó que terminara y le contestó: "decidí darme el día libre para pensar en mi futuro, en que ocupo un trabajillo de medio tiempo, en si voto en favor del bendito TLC y de paso me quedé de ver con mi novia para inspirarme. Sabe don, uno como joven tiene que pensar en esas cosas, porque esto del referendo del domingo es clave para el futuro de nuestro país" externó lleno de pasión el sociólogo.

Don Robert le vio fijamente a los ojos, le dio un par de consejos y le lustró tanto el cerebro como el calzado. Le habló de cómo Costa Rica ya no era la misma, que la gente se preocupaba más en por muchas cosas de la modernidad y que confundían el concepto de desarrollo con tener, aparentar o comprar. También le comentó un poco molesto como Guanacaste parece un estado libre asociado de gringolandia, de cómo Oscar Arias y el hermanillo eran realmente angurrientos y no guardó palabra para mostrar una total oposición a un tratado que se negoció camufladamente.

Luego de oírlo, le pagó como dos tejas de más y se fue a la esquina para esperar el rojo del semáforo. Mientras esperaba vio el edificio del Melico Salazar, la Catedral y por allá a lo lejor el Teatro Nacional. Apreció a la fila de taxistas de rojo que todos como una conjunción de planetas leían Diario Extra mientras aparecía un cliente a cinco minutos del mediodía.

Mientras cruzaba en la esquina y en un lapso de menos de treinta segundos pensó en algo que tiñó de con un NO del tamaño del edificio del Banco Nacional, La Contraloría, el Empire State y de las Dos Torres Gemelas unidas una sobre otra: "La verdad es que huele a pura caca que Arias esté gastando tanta energía en el tratado, que se dé en medio de un crecimiento tan agringado de Costa Rica de los últimos años. Además que raro que en México después del tratado más bien pusieran un muro. También que extraño cuando se habla de apertura, de nuevos empleos o de muchas cosas de "desarrollo" cuando en el fondo lo que va a pasar es que la gente de la clase media tica de le caiga el puente de hamaca en el que camina y cuando caigan no les quedará más remedio de ver para arriba en medio de los altos edificios que posiblemente construyan".

Al cruzar la zona de paso del otro lado encontró a Marcela, quién lo recibió con un abrazo, le dijo que lo amaba y le manifestó el hambre que tenía. Al ver el Food Mall de frente y pensar tantas cosas en un cruce de calle, prefirió decirle a Marce que cambiaran la rutina y se fueran a Churrería Manolos a comerse un casado...

En silencio, mientras la escuchaba y observaba sus ojos grandes que le brillaban como prueba tangible de que lo correspondía, Armando pensó que ojalá fuera domingo para votar por el NO, pero que ojalá en la noche cuando viera las noticias, en la tele la mayoría de los ticos no le salieran "con un domingo siete" que vendiera de una vez por todas a una patria que aún sin TLC cada vez está mas agringada y consumista, pero que en el fondo aún guarda mucho de sus esencia multicultural. ¿Serán suficientes las miles de equis del NO para vencer a los nuevos filibusteros de discursos enrredados, corbatas, cuellos blancos y que estudiaron economía o ciencias políticas en alguna Universidad de Estados Unidos?

Armando sin duda leerá ansioso el periódico, el lunes 8 de octubre, tempranito en la mañana, quizás el titular de La Nación le cambie el rumbo a su destino, al de Marcela o a la del viejillo que lustró sus zapatos frente a La Catedral o al de 4 millones de ticos de una Costa Rica fragmentada en dos polos de opinión.

3 comentarios:

Lysa dijo...

Un fiel reflejo de lo que vive la sociedad tica, creo que mejor no lo hubieses podido contar. Me gusta como aprovechas los detalles de la vida, esos que muchas veces dejamos de lado, y que siempre nos hacen regresar a la esencia de lo que somos, aquello que verdaderamente nos hace grandes y "desarrollados". Resulta increible como las perspectivas de la vida nos pueden cambiar en segundos, esos son los momentos claves para camnbiar nuestro destino. Que bueno que aproveches tus dotes de escritor para llevarnos a esa realidad que casi nunca queremos disfrutar ;) Saludos pana

Unknown dijo...

La verdad es un tema del que nadie puede escapar, creo que hay que dejarse de varas, no podemos pasar como neutrales, sea cual sea la posición, todos debemos cumplir con nuestro deber de ir y decidir que queremos.

El titular de algún periodico sin duda llamará la atención del lunes, pero más importante que eso es, si la elección fue la mejor.

Saludos

iside sarmiento dijo...

jarocho, que pluma amigo! te felicito por la fluidez pero sobre todo por sacar el tiempo -cada vez más difícil en este tiempo- de escribir con tanto cariño... se notan tantas cosas de vos mismo... la humildad, el conocimiento de la actualidad y el rescate de lo corriente, lo que importa en la receta del queque...lo que hace a chepe, ser chepe. gran abrazo... ichi